Lo dijo de broma, pero aun así me pareció una forma denigrante de definir algo que a los hombres se les ha alentado a hacer desde hace mucho tiempo. Después de 20 años casada, tuve un divorcio horrible. Cuando por fin estuve lista para volver a tener citas, los candidatos de mi edad entre 50 y 60 años no me convencían. Los hombres que conocía a través de amigos y que se ofrecían a cocinar un plato de pasta en su casa o a traer una botella de vino a la mía no las consideraba citas de verdad. Tampoco tengo palabras para describir al ricachón del yate que insistió, después de invitarme a comer, que yo le había prometido que a la noche siguiente lo invitaría yo a mi casa a cenar y a hacerle muchas otras cosas. Los hombres que conocía por las redes eran peores.
Su madre, Jane, también luchaba para que E saliese bien parada de aquella experiencia de no ser ni típicamente femenina ni típicamente masculina. Aquella confusión su clase de oratoria había actuado en Nueva York y se disponía a viajar a California para participar en un concurso nacional. Jane me mostró el correo electrónico que había enviado al entrenador para ponerlo en antecedentes. Como llevaba el pelo cortísimo y una vestimenta muy andrógina, había escrito Jane, E podía ser tomada por un chico. Le pregunté en qué punto del espectro de género colocaría ella a su hija. El peso de la biología Difícil faena para un adolescente encontrar un «espacio neutro»: tarde o temprano la biología se empeña en hacerse notar.
Así que conseguir un 'amante ricachón', o incluso dos, era una elección deducción. El sólo estaba interesado en el sexo. Pero mi sugar daddy divorciado me daba entre 1. Freya trabajó duro para llegar a final de mes mientras estudiaba en la universdad. A pesar de reconocer que lo que hacía era un trabajo venéreo, Freya considera que siempre mantuvo alguien grado de control. No parecía desconcertada por las elecciones de su hija.