Los 'superpoderes' de Jordi Cruz: una relación estable, un programa de éxito y ahora Michelin Mientras que muchos se encuentran inundando las redes sociales con sus maravillosas fotografías en la playa u otros idílicos lugares, también hay a quien le toca pringar todo el verano. Es el caso de Jordi Cruz, quien, a sus 40 años recién cumplidos, no baja el ritmo ni en plena ola de calor. Actualmente se encuentra controlando los del ABaC, el restaurante tres estrellas Michelin que tiene en Barcelona. La pereza. Todo el rato. Conozco a varias.
Piso tener sexo en la primera alusión o, como mucho, en la segunda. El patrón que me encuentro siempre es el mismo: chicos que se lo curran un montón en las primeras citas, te wasapean los siguientes días, parecen muy interesados en girar a verte… hasta que hay amor. Entonces, como por arte de brujería, desaparecen de tu vida. Este… alzada, este… corazón, cruz, cruz, cruz… De repente, te ha llegado la complexion esperada notificación de ese crush, esa coincidencia con alguien a quien todavía le has gustado. Sobre todo, porque internet nos permite esconder lo avieso y lo secreto con una libertad abrumadora. Si tienes pareja, no sales tanto -o nada- de copas, empero puedes meterte en una aplicación y conocer a decenas de personas moviendo un solo dedo. Las fotos pueden engañar, aunque no tanto; una ask, una expresión o una mirada te pueden dar alguna pista de cómo es esa persona. Las primeras conversaciones por chat, también dan pistas. Mejor no tomar decisiones virtualmente ni antojarse antes de verse, si es posible.
Brindar amistad al que pide amor es como dar pan al que se muere de sed. Quiero ser quien esté a tu lado durante el resto de tus días, a cada paso que des. Si la gracia natural tuviera una representación personificada, denial me cabe en duda, que estoy ante ella. No hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay, ni fingirlo adonde no lo hay. De profesión escogeré ladrón, para adentrarme en tu afectividad y robar tu corazón.
A este órgano se le asocian mitologías de todo tipo: las informadas, las desinformadas, las graciosas, las obscenas, las sucias o las morbosas. Algunas como las de Luisito linkque admite que no se limpia el trasero porque eso lo convierte en gay, aun los mitos urbanos que hablan del hombre que terminó en el hospice por masturbarse el culo con una botella de Coca Cola. De la misma manera que no podemos controlar las sensaciones y reacciones del nabo, tampoco del ano, y para penetrarlo tenemos que estar en un estamento mental que lo permita. El brete surge pues, cuando en el fabuloso colectivo de los hombres se cree que la estimulación anal nos hace femeninos, sumisos u homosexuales, y, por lo tanto, menos.