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Soy Angie, de Junín, una ciudad de la provincia de Buenos Aires en Argentina, tengo 29 años y vivo viajando desde , cuando a los 24 años, renuncié y me fui a recorrer el mundo y, por lo pronto, sin intenciones de atajar. No quiero decir que no estemos expuestas a mayores riesgos que si fuésemos hombres, pero sí que todavía somos presas de una exageración masiva. En mi caso, empecé a alucinar en pareja y luego seguí mi camino sola, por lo que denial tuve prejuicios porque durante mis primeros años de viaje siempre me había cruzado con chicas que andaban recorriendo el mundo solas y se las veía muy felices. Las pocas veces que me he sentido insegura, siempre aparecieron personas dispuestas a ayudarme, en especial mujeres mayores que buscaban protegerme. Tengo una anécdota que ejemplifica esta sensación. Estaba en Corea del Sur a punto de tomarte mi revoloteo a Mongolia. Cuando finalmente aterricé en Ulaan Baatar, y tal como me habían advertido, apenas salí por la puerta de inmigraciones, se me vinieron muchos hombres encima a insistirme que me fuera en sus taxis.